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Me llamo Carmen, tengo 27 años y vivo en Barcelona. Soy psicóloga y me encanta mi trabajo, pero hay algo que amo igual o más: la comida casera. Hoy quiero hablar de mi comida favorita que preparo en casa. Se llama "tortilla de patatas".
Recuerdo la primera vez que hice una tortilla de patatas. Tenía solo 10 años y mi abuela estaba conmigo en la cocina. Me enseñó cada paso con mucha paciencia y amor. Primero, pelamos las patatas y las cortamos en rodajas finas. Luego, las freímos en una buena cantidad de aceite de oliva hasta que estuvieron doradas y crujientes. Después, batimos los huevos en un bol grande. Mezclamos las patatas fritas con los huevos y añadimos una pizca de sal.
El siguiente paso fue el más difícil para mí: poner la mezcla en la sartén caliente y esperar a que un lado se cocinara bien. Cuando llegó el momento de darle la vuelta, estaba muy nerviosa. Pero mi abuela me ayudó y, ¡voilà!, ¡la tortilla quedó perfecta!
Desde entonces, hacer tortilla de patatas se ha convertido en una tradición personal, una especie de ritual que me conecta con mis raíces y mi familia. Cuando tengo un día difícil en el trabajo, me gusta llegar a casa y preparar una tortilla. El proceso me relaja y el sabor me hace sentir en casa.
Mis amigos siempre me piden que prepare tortilla de patatas cuando vienen a visitarme. A veces agrego cebolla para darle un toque dulce, y otras veces la hago solo con patatas y huevos. No importa cómo la haga, siempre es un éxito.
La tortilla de patatas es más que una simple comida para mí. Es un recuerdo de mi abuela, un consuelo después de un día largo y una manera de compartir amor con mis seres queridos. Sin duda, es mi comida casera favorita.
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My name is Carmen, I'm 27 years old, and I live in Barcelona. I'm a psychologist and I love my job, but there's something I love just as much, if not more: homemade food. Today, I want to talk about my favorite dish to make at home. It's called "tortilla de patatas" or Spanish omelet.
I remember the first time I made a tortilla de patatas. I was only 10 years old and my grandmother was with me in the kitchen. She taught me each step with a lot of patience and love. First, we peeled the potatoes and cut them into thin slices. Then, we fried them in a good amount of olive oil until they were golden and crispy. After that, we beat the eggs in a large bowl. We mixed the fried potatoes with the eggs and added a pinch of salt.
The next step was the hardest for me: putting the mixture in the hot pan and waiting for one side to cook properly. When it was time to flip it, I was very nervous. But my grandmother helped me and, voilà, the tortilla turned out perfect!
Since then, making tortilla de patatas has become a personal tradition, a kind of ritual that connects me with my roots and my family. When I have a tough day at work, I like to come home and make a tortilla. The process relaxes me and the taste makes me feel at home.
My friends always ask me to make tortilla de patatas when they visit. Sometimes I add onions to give it a sweet touch, and other times I make it just with potatoes and eggs. No matter how I make it, it's always a hit.
For me, tortilla de patatas is more than just a meal. It's a memory of my grandmother, a comfort after a long day, and a way to share love with my loved ones. Without a doubt, it's my favorite homemade dish.
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